primeras impresiones

el avion aterrizo a las cuatro. cuarenta minutos despues estaba en el hall del aeropuerto esperando a alan. pero como? y el control migratorio? el control del equipaje? los interrogatorios? nada de eso amigos. le doy mi pasaporte y mi pasaje al buen funcionario de la aduana lo abrio lo sello y me lo tiro ahi en el mostrador… bueno ahora me revisaran, me preguntaran algo, pensaba yo. fui a buscar la mochila (que venia completita ja!) y encare para la salida, esperando que las brigadas antiterroristas me hicieran sacar cosa por cosa y me interrogaran acerca de ese paquete verde, y yo como les hacia entender que era yerbba, matte, io sono aryenttino. pero ahora veo que nuestras fuerzas de seguridad no tienen nada que envidiarles a sus pares italianos: un gordo todo transpirado decia nomas: avanti, avanti… y asi pase la aduana.
despues tuve que esperar un rato a alan. me vino a buscar con su padre y nos vinimos para locarno.
en el viaje parecia un ninio. mirando todo con unos ojos asi de grande. el aeropuerto de malpensa queda a las afueras de milano, asique no pasamos por ahi. pero igual vi algunos pueblos de italia. despues cruzamos la frontera y entramos a otro mundo. (la autopista tenia unos paneles de acrilico de cinco metros para que no se sienta el ruido, a quien se le ocurre?) desde el auto vi un par de lagos muy bonitos que ahora no me acuerdo el nombre, y un monton de pueblecitos asi en la ladera de las montanas, muy pintorescos tambien. pasamos por lugano que es una ciudad re chiquita que pertenece a italia, pero esta dentro de suiza, cosa de europeos…
locarno esta sobre el lago maggiore, en el canton de ticino, que es el mas bajo de suiza. esta en los prealpes. es una ciudad re chiquita, muy linda. esta pegadito a otras ciudades chiquitas tambien.
en realidad no sali mucho todavia. anoche fuimos a tomar una cerveza con alan y con un amigo suyo, igor, chavista, anticastrista y amante de la literatura latinoamericana. la pase re bien, charlamos un rato largo. igor me pregunto sobre el peronismo, pobre, esta tratando de entender.
bueno eso es todo por ahora. despues les cuento un poco mas. ahora ya van a ser las diez y afuera hay un sol hermoso. voy a salir a explorar un poco.
ah, me olvidaba. conoci a la flia de alan, obviamente. son todos muy buenos, asi muy tanos. te agarran y te sacuden y te dan besos. aca nos damos tres besos me dijo luisa cuando me vio. massimo habla un poco espanol y me entiende, luisa es espanola, asique me habla en castellano. y karin no habla niente. cuando hablan entre ellos… mmmm me pregunto por que pensaba que sabia hablar italiano. no se por que los argentinos tenemos esa idea de que el italiano es igual que el castellano pero con una i al final. en fin, tendre que aprender.
bueno ahora si me despido hasta la proxima.
abrazo fuerte,

mariano

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Una respuesta a “primeras impresiones”

  1. tin Avatar

    Una vez cada tantos meses extraño viajar. Lo extraño mucho, como se extraña no a la mujer, sino el perfume que usó la noche más feliz con ella. Me pongo a pensar qué cosas me gustan de los viajes, y no doy con la idea. ¿El hecho de estar en tránsito continuo? Sí, está bien, pero no es sólo eso. ¿Vivir sin hacer nada sabiendo que de todos modos se está haciendo algo puesto que se está en movimiento? También, pero no me satisface como la gran explicación.

    Sólo sé que no tiene nada que ver con estar lejos. Y tampoco con admirar paisajes ni empaparme de culturas extrañas, porque lo más lejos que estuve en mi vida fue aquí, en esta casa barcelonesa. Hay algo más, lo sé muy bien, y tiene que ver conmigo, no con el sitio en donde esté. Tiene que ver con la disposición del ánimo, y la capacidad que tienen los ojos de convertirse en órganos diferentes a los habituales, mucho más escudriñadores y eficaces, mucho menos abúlicos y torpes que los que me acompañan caminando ahora.

    Para decirlo de algún modo literario (no por eso falso) no extraño viajar sino al que soy cuando viajo; extraño el ser humano en que me transformo cuando vago mochila al hombro. Para usar una metáfora de otro artículo: cuando viajo me siento como si después de mucho tiempo se me hubieran destapado las fosas nasales y pudiera volver respirar con todos los pulmones, e incluso con un tercero.

    Una vez, viviendo en Almagro, me había acostumbrado durante medio año a ver el fútbol en un televisor blanco y negro de ’14. Viajar es volver a la cancha: los goles son los mismos, el deporte en sí no cambia: pero el color, las dimensiones y la intensidad del momento no tienen nada en común con la vida diaria. ¿Será eso, entonces, lo que me vuelve cada tantos meses: la necesidad de ser yo en viaje, de mis ojos como parabólicas sin sueño, de mis pies que no se cansan, de hablar con ganas y escuchar con los cien pabellones del oído?

    Debe ser eso, pero hay algo más, algo tan inefable que me genera angustia literaria, que me deja varado frente al monitor, sin adjetivos, como japonés con teclado occidental.

    Estoy seguro, eso sí, que no puedo ponerlo en palabras porque no estoy viajando, porque hace cuatro años ya que mis pies conocen el camino, porque mis ojos están acostumbrados a ver estructuras previsibles y porque mis manos abren todas las puertas sin mirar el picaporte.

    ¡Pero cuidado!, si yo estuviera en viaje, si fuera un yo viajando, seguramente abriría mi olivetti portátil, pondría una hoja y, en menos de lo que tarda un gallo en cantar, ya habría encontrado las ideas que me hacen falta para decir lo que ahora, sedentario y sofocado, animalito de blog, no puedo explicar con palabras.

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    este texto es de acá

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